Amigos, les contaré una acción particular: si me queren, sé querer; si me olvidan, sé olvidar. Y sólo un orgullo tengo, que a nadien le sé rogar. ¡Ay, que la chancla que yo tiro no la vuelvo a levantar!
Crónica publicada en agosto de 2006,
Entre las buenas noticias que nos llegan, está la de la inminente visita de Carlos Johnson a la Ciudad de México.
El músico de Chicago (1948) se presenta en Ruta 61 los días 17, 18 y 19 de agosto. Habrá, pues, que estar preparados para disfrutarlo cómodamente y en todo su esplendor.
Admirador en su juventud de Jimmy Hendrix y de Led Zeppelin, Carlos Johnson trae en su sonido la influencia de Otis Rush, Albert King, Elmore James y T-Bone Walker, hecho con el que se vislumbra una serie de veladas memorables.
Además, habrá que escucharlo entonces tocar Key to the highway, de Big Bill Broonzy (1893-1958), obra maestra que merece un monumento tanto en los terrenos de la música como en los estrechos pasillos de la poesía.
Nos referimos a la misma canción con la que Jaime Holcombe nos deleita a veces, ciertas noches, cuando Las Señoritas de Aviñón acuerdan el repertorio a tiempo y cuando la dulzura invade a Yeims... Entonces, somos tratados con mucho amor y untados con ese lamento insolente, esa historia por tantos vivida.
Apenas escuchamos decir a Jaime el primer verso, movemos nuestros vasos de whisky… y los hielos aplauden sin distraer.
Key to the highway es una canción de voluntad liberadora nacida del demasiado dolor, el dolor del desamor, el dolor que significa la expulsión del paraíso y al que no le queda más que masticarse a sí mismo.
Big Bill Broonzy nos sugiere una retirada digna y altanera, con mucha suficiencia: salir corriendo pero en cámara lenta, como sin prisa, con la débil esperanza de escuchar una retracción; comenzar a andar esa vieja carretera asegurando a los cuatro vientos que el camino nos llevará a donde nos conocen mejor, mujer, donde mejor nos tratan, carajo; advertir, además, como lo hace la sabiduría popular, que las chanclas que se tiran nunca se levantan; deleitarse, incluso, con esa fingida manera de soltarse las amarras.
Ya luego, muy a solas, cuando nos hemos convertido en un punto en el horizonte, ponernos a llorar a moco tendido.
Cantar Key to the highway no ha de ser fácil. Vivirla es un acto heroico. Escuchársela a Jaime Holcombe es un placer indescriptible. Nos falta saber qué sucede con ella en la garganta de Carlos Johnson.
Esta semana que comienza será, como otras anteriores en Ruta 61, memorable, inolvidable, digna de quedar registrada en los anales del blues en México. Y todo gracias a uno de los grandes empresarios de blues del país: Eduardo Serrano, Lalo el Eterno, Lalo el Insomne, el único y verdadero Lalo, que lleva ya dos años y tres meses sosteniendo uno de los bares más intensos y hermosos de nuestra renegada ciudad, como la llama el gran Raúl de la Rosa, legendario promotor del género en el país, amigo de Lalo y parroquiano frecuente de Ruta 61, sitio que primero fue concebido en la mente inquieta del siempre convincente Octavio Herrero -guitarrista de Las Señoritas de Aviñón- y luego llevado por el mismo Lalo hasta lo más alto de la abrupta serranía: la realidad de las noches en la Hipódromo-Condesa.
¿Y por qué será memorable esta semana? ¡Pues porque el jueves 17, el viernes 18 y el sábado 19 se presenta en Ruta 61 CARLOS JOHNSON! Sí, el mismo Carlos Johnson que ya fue compañero de banda de Koko Taylor, Otis Rush, Junior Wells, Son Seals, Valerie Wellington, Carey Bell y Buddy Miles.
La Crónica de Hoy del viernes pasado (no culpen a Lewis Carrol de la frase anterior: el no es autor del nombre con el que Carlos Salinas de Gortari bautizó su periódico), La Crónica de Hoy de ese día, decimos, habla de Carlos Johnson; y lo hace mediante la extendida práctica del fusil internético (www.raisinmusic.com).
No condenamos el hecho, simplemente lo señalamos como una fea costumbre que todos estamos adoptando: navegar por la red -metáfora de por sí difícil de ver, así que mejorémosla-, arañar la red y comerse crudas las moscas incautas que encontramos en ella. Por eso, porque se trata de una traducción al botepronto , la sintaxis del reportero o la reportera deja mucho que desear.
Se trata del guitarrista más crudo, por así llamarlo, de la escena de Chicago (...), uno de los guitarristas más prominentes del mundo (...). Su apasionado y salvaje virtuosismo ha hecho de este guitarrista zurdo uno de los más originales músicos que con su peculiar estilo para tocar lo ha colocado como uno de los mejores de la ciudad de los vientos. Él combina la profundidad del sentimiento con el sonido más crudo del blues tradicional de Chicago, su estilo va de los clásico a lo contemporáneo, a lo que agrega un toque funky. Las texturas del jazz, el fraseo y su obvio amor por el country blues, han hecho del estilo de Johnson un sonido propio que se diferencia de los demás. Su energía vocal y una tesitura difícil de clasificar, así como su carismática presencia escénica, sumados a la explosiva fuerza que desata con la guitarra, han hecho de Carlos Johnson uno de los más respetables músicos de blues, no sólo de Chicago, sino del mundo de la música en general.
Carlos Johnson ofrecerá tres veladas extraordinarias, no sólo por su propio valor sino porque, además, estará acompañado por miembros de la mejor banda de rocanrol de nuestra ciudad, Vieja Estación, cuya capacidad de interpretar el blues y de crear una base rítmica segura y poderosa ya fue demostrada más de una vez, durante las respectivas presentaciones de Max Cabello, John Markiss, Billy Branch y Grana' Louise en Ruta 61.
Para colmo de bienes, cada una de las noches contará con una banda alterna que abrirá el espectáculo: El Charro y Los Moonhowlers, Las Señoritas de Aviñón y Vieja Estación.
En La Jornada de hoy, martes 15 de agosto, aparece una amorosa nota de Tania Molina Ramírez donde la periodista y reportera anuncia la llegada de Carlos Johnson a la Ciudad de México.
Con Carlos Johnson, todo bien, excelente.
El miércoles, Carlos Johnson llegó a México y esa misma noche se citó con Mauro Bonamico, José Luis Sánchez e Ignacio Espósito para ensayar.
Antes del ensayo, Mauro Bonamico (bajista de Vieja Estación) se comprometió a dar lo mejor de la banda, para cumplir las expectativas de Carlos. El músico de Chicago respondió con graciosa picardía:
-Mi única expectativa es una cerveza, buena música y una linda puchita.
Y anoche... todo bien, decimos, excelente, con la calidad y la fuerza a la que ya nos tienen acostumbrados todos y cada uno de los miembros de Vieja Estación. Pasamos, sin duda, una muy buena velada, con la presencia de Memo Briseño, Santiago Espósito, Betsy Pecanins, Octavio Soto, Antonio Miranda, Rafael Herrera, Federico Luna, Claudia Ostos, Tania Molina, Javier García, Lalo Chico…
(visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro
de las tres y cuarto (visto de frente).
Funes el Memorioso
Jorge Luis Borges